domingo, 29 de mayo de 2016

"Road movie"

Un tema evocador, que sintetiza en un estilo de cine algo que tiene miles de años, que se repite en cada relato - diría Cambell - la jornada, el recorrido...
¿Por qué recorrer más de 900 km. en automóvil si se puede tomar un avión?
Porque no hay nada como reconocer el paisaje, ver si las cosas cambian, si siguen igual, si lo hermoso sigue hermoso porque lo hemos cuidado, o simplemente, por hermoso se ha privatizado y se le ha construido una barda alrededor... para que solo lo mire el "Gigante Egoísta".
En el aire difícilmente se alcanza a percibir lo que se mira desde la tierra... los espacios incendiados - no solo anímica sino físicamente - de Veracruz, la presa semi-vacía, sequía de ánimo, de voluntades, de diálogo en Malpaso, la ciudad que siempre está en obra - pero que no parece transformarse en esencia (Puebla), la pobreza y la riqueza de este país... si uno no recorre el camino y observa, ¿cómo puede cuestionarse? ¿cómo puede medir lo que le falta?
Aprendí a amar este país por los ojos... en los recorridos con mi abuelo, con mi padre, con mi madre... negarme la experiencia de tomar un vehículo y recorrerlo es limitarme, y no quiero que eso suceda...
Ayer, las mañanas brillantes, los atardeceres hermosos, el árbol muerto... todo me recuerda que el camino de la esperanza tiene que estar fincado en la experiencia y el reconocimiento de que hay algo para disfrutar y algo para mantener, reconstruir, transformar ...
Por eso, en carro, mientras se pueda.


domingo, 22 de mayo de 2016

Acelerando en curva

Los "nuevos reglamentos" de tránsito vigentes en la zona y los nuevos sistemas de sanciones, combinados con el "Hoy no circula" sencillo, doble o lo que el ozono obligue esta semana, no son nada comparado con el acelere que de pronto nos marca la vida... porque no hay multas, no hay pausas, con trabajos hay fotos.
Un día - no muy lejano - respondí un "sí" a una invitación, y si bien puedo dimensionar lo que significa  (porque llevo unos cuantos años trabajando en el mismo lugar), la realidad es más compleja... porque es un sí que tiene una historia personal, su buena dosis de indignación, el reto creativo, y - por si no fuera suficiente - entrarle con todo y la dinámica familiar... no sé que es lo que me tiene más asustada, o bien, si es el todo en su conjunto.
El próximo sábado voy a un viaje que una vez dije que haría - pero hace más de diez años y en sentido contrario. El perro, ya no nos acompaña... pero vamos mis hijos y yo, yo voy a trabajar... y hacerle de jefa de familia, para algunas amigas - que ya lo han hecho - quizá sea algo que contemplen a estas alturas como parte de la rutina, pero en mi caso, mi "techo de cristal" es tan ancho como las paredes de un acuario, y así, con todo y techo, es que me voy de regreso a vivir algo que quería vivir hace quince años... quería vivir en San Cristóbal de las Casas, y eso es lo que pienso hacer al menos el próximo mes... ¿y luego?
Cosas extrañas pasan en este proceso... la semana pasada fue semana de encuentros con el pasado muy remoto... que me acercan mucho a ese mapa de los seis grados de distancia... y la recursividad de las relaciones interpersonales... ¿debería pensar que son buenos augurios o simplemente coincidencia de la vida? Hay quien dice que las coincidencias no existen, que vivimos en un gran mundo de redes y conexiones que rebasan nuestra propia conciencia... es válido creer en eso, es un buen argumento para escapar de esa sensación de orfandad y desamparo que en ocasiones, y en un grado mayor o menor, nos recuerda que los otros son parte de uno mismo... es válido creer que el talento es algo que proviene de la herencia y la conciencia... que si uno solo desocupa su cuerpo y comienza a vivir en el corazón de los demás, cada quien encontrará en su momento de duelo, una respuesta que proviene del corazón y que posiblemente reconozcamos como un susurro de aquellos que ya no están con nosotros físicamente, pero que permanecen en nuestra memoria.
Al final, sin embargo, es uno y solo uno quien tiene que enfrentar lo que le corresponde... esos sí que dijo desde el corazón, a pesar de que una parte de la cabeza quiere infundir miedo y la otra empuja a actuar para rebasarlo.
Voy acelerando en una curva... 




miércoles, 11 de mayo de 2016

Apocalipsis ¿cuándo?

Tiembla en Japón, tiembla en Ecuador, tiembla en la Ciudad de México ... y comienza a desatarse la incertidumbre, compañera desde que los seres humanos - por alguna extraña razón, o más bien, precisamente a consecuencia de ella - cobramos conciencia de nosotros mismos y de lo pequeños que somos ante la maravilla de la Vida que nos rodea, de la misteriosa Sincronía del Universo, de aquéllo de lo que nunca hemos sido dueños, pero ¡ah! como quisiéramos serlo... el tiempo y el futuro.
Rumores van, rumores vienen y las redes se adueñan de nuestros miedos... tendríamos que saber cuándo, cómo, dónde, quién pone los límites a nuestra existencia...
Así sucedió en el año 1000, d.C. en las vísperas del 2000, y ahora al parecer nos toca el fin del mundo para el próximo viernes... 13 para mayor desgracia.
Perdón, pero en estos casos soy tan descreída como Umberto Eco (q.e.p.d.), quien en lúcidos e interesantes ensayos y en su obra "Baudolino" ironizó sobre toda esta tendencia humana, que al parecer ni el conocimiento de la Física, la Química o la Biología (así, con mayúscula porque se trata del corpus de las Ciencias Naturales) nos ha podido quitar: seguimos tan presos de la contingencia y el azar como cuando vivíamos como cazadores-recolectores... y nada de lo que hemos desarrollado, inventado y dominado nos puede llevar a controlar a la Tierra, que se gobierna por sí sola, ni al orden del Universo.
La incertidumbre, al parecer, es característica de la especie humana... para contrarrestarla inventamos la esperanza y la fe... y esto que puede sonar tan simple y tan frío, en el contexto de nuestras vidas resultan motores muy importantes, porque detonan mecanismos que - no puedo saber si en otras especies existen - nos han permitido llegar a ser quienes somos, vivir como vivimos y darle valor a las personas y los acontecimientos.
Incluso, nos permiten dejar a un lado esa inquietud apocalíptica utilizando nuestras mismas ideas para vacunarnos contra ella.
Hace más de veinte años llegué a vivir a un rincón de México que combina la pos-modernidad con los usos y costumbres... y en ese entonces, como en otros lugares, el teléfono no solo servía para pedir pizzas, sino también para vacilar, amenazar, asustar, engañar... recuerdo una ocasión en que llamaron a la casa hasta en tres ocasiones con amenazas de muerte... no era asunto fácil, en plena efervescencia del conflicto zapatista... pero a la cuarta llamada, quien respondió fue la empleada del hogar, que en ese momento estaba sola en casa... cristiana y sumamente devota... llego a la casa y me dice:
"Señora, llamó una persona diciendo que llegaría dentro de poco para matarla... y yo respondí "Está usted totalmente equivocado, dice la Biblia que nadie conoce la hora de su muerte, excepto Dios, así que déjese de tonterías"... ¿creerá que me dijo pen...  y colgó?"
A veces las mejores respuestas llegan de fuentes inesperadas.