domingo, 27 de diciembre de 2015

Fotografía

Hace mucho tiempo, en una ciudad más afable y menos poblada, había fotógrafos callejeros que habían desarrollado un estilo muy peculiar... te tomaban la foto mientras caminabas y luego te la vendían.
Mi abuelo tenía muchas, y hablando con franqueza, calculo que los fotógrafos - sin tener las maravillas que tenemos hoy en día - estaban bien entrenados, porque captan - en esencia - espontaneidad sin poses.
Tengo una que aprecio mucho, y que el día de ayer en medio de la talacha de ocupar el tiempo libre sin salir de casa, acomodando, clasificando, descartando, saltó de una caja en donde encontré diferentes momentos del pasado.
Antes de compartirla, va la reflexión... este estilo fotográfico se fue con muchas otras cosas, ahora nos tomamos "selfies" o "videos" e incluso convertimos la idea de captar la imagen y el momento en algo tan peligroso - por un lado - como banal por el otro.
Una sociedad que ya cambió y que todavía no encuentra el rumbo para recuperar la confianza...


martes, 22 de diciembre de 2015

Obras únicas

Mis abuelas reciclaban todo, en ocasiones mi madre y yo hacemos lo mismo.
Tengo años con un proyecto de colcha formada por blusas bordadas, que no me he atrevido a desechar porque hay horas de trabajo detrás de ellas, aunque en algunos puntos los agujeros de la tela hagan que no sea posible vestirlas... y allí siguen, esperando que haga algo al respecto.
También colecciono joyería de fantasía rota, esperando a ser reparada; una vez se me ocurrió "intervenir" una bolsa que tenía adornos que no me gustaban, pero no fue muy exitoso... me falta análisis y habilidades para hacer la síntesis.
Pero lo que es infalible es el reciclaje del refrigerador... mi Nane solía hacer piezas culinarias únicas con los restos que encontraba en el refrigerador, de allí - creo - surgió la idea que comparten ella y mi madre de que el refrigerador es un aparato mágico donde la comida puede durar casi por toda la eternidad... todavía no hemos tenido incidentes que contradigan sus teorías, básicamente porque mi Nane ya no tiene refrigerador (cumple 102 en diez días) y mi madre ya está comenzando a soltar algunas cosas (incluyendo los restos arqueológicos del refrigerador).
Uno de los trucos favoritos de ambas (y que también practico) es el de la comida reciclada... que consiste en elaborar un guiso nuevo combinando alguna cosa disponible en el refrigerador con otro plato; de esta manera, por una sola vez - porque está difícil que esto se repita - se consiguen efectos maravillosos.
Se me ocurre que sería una interesante tendencia culinaria, el preparar platos únicos, irrepetibles, a base de reciclaje... ¿nos llevará el modo de vida a considerar que este tipo de cocina se podría convertir en una propuesta de élite?

¡Buen provecho!


sábado, 19 de diciembre de 2015

Las pequeñas derrotas

No, no se trata de eventos frustantes, se trata de derrotas en su mínima expresión.
Estamos tan acostumbrados a pensar en que la vida debe tener un orden, que reaccionamos al desorden en muchas formas... negativas, y en el empeño de poner las cosas en orden, no siempre nos salimos con la nuestra, sino más bien terminamos derrotados.
La peor experiencia de derrota es pretender que el otro, aquél cercano, aquél con quien he convivido tanto tiempo, se acople a nuestros deseos e ideas.... imposible, el otro siempre será un misterio y tendrá voluntad propia, y así le corresponda vivir las consecuencias de sus acciones, depende del laberinto de sus pensamientos la decisión que tome al respecto.
El alma de la codependencia está precisamente en esa creencia de que nuestro esfuerzo terminará por transformar al otro en lo que imaginamos, en esa persona que piensa como una, actúa como una y tiene sus mismas virtudes... nada más lejano a la verdad.
Podemos parecernos, pero nunca podremos ocupar el lugar de otra persona; nunca se integrará al molde que creemos es el conveniente; el otro tomará su propia forma, y se llevará de una apenas lo suficiente... después elegirá construir quien es, o bien, ya lo ha elegido.
Sin embargo, en este proceso del otro al construirse, si es importante darle asideros firmes, sólidos... y cuando se rebela ante ellos... tenemos enfrente una pequeña derrota, no por ello menos dolorosa.
¿Qué queda entonces?
Recuperarse un poco y seguir, aunque al principio ni siquiera se pueda fijar un rumbo.
Porque lo único que debe superar el sentimiento de derrota es la esperanza, de que con suficiente empeño algún día se superará el bache.

Pequeñas derrotas, firmes esperanzas.

miércoles, 9 de diciembre de 2015

Aguas

La mañana del sábado la niña abrió la cortina de la habitación informándonos que ya había salido el sol... entonces vi al colibrí revoloteando.
Hay quien dice que es un signo de buena suerte, yo pienso que es un destello de esperanza... y pensé que la jornada tendría sus detalles pero finalmente terminaría bien.
Y así fue.
El día anterior habíamos llegado con 5 horas y media de carretera de por medio a Aguascalientes, sin mucho problema dí con el hotel (gracias Google Maps) e inicié los trámites correspondientes. No contaba con que los sistemas de información me harían una jugarreta... la maquinita imprimió un par de "vouchers" denegando una operación que SI me cargó el banco... y me dejó la tarjeta semi-vacía... a 500 km de casa, con poco dinero (suficiente para pagar la noche) y un entripado casi fatal... de cualquier forma y con el apoyo de un par de llamadas medio se resolvió (señores de Banamex, sigo esperando que me regresen el dinero)... y salimos adelante...
... por eso el colibrí fue más que bienvenido.
Medio día excursión al centro... y una catarina en mi brazo... señal dos... buena suerte.
¿Buena suerte? después de una breve y disfrutable expedición por el Museo de la Muerte (si, es necrofílico el asunto, pero es...) vamos pensando en regresar al hotel... ¡y no se para un taxi! (no sé si es buena o mala costumbre mía, si no domino el territorio y tengo poco tiempo, pido un taxi)... ¿y qué pasó con los signos de buena suerte? 40 minutos hasta que uno me dice que si voy para el norte de la ciudad si me lleva... tuve suerte, porque - como me dijo el chófer - en Aguascalientes el taxista elige al pasaje y no al revés... Debo confesar que en esos cuarenta minutos hubo momentos que eché de menos a mi amiga Meche... a ella seguro que sí le hacen la parada a la primera... pero la verdad es que a mi no se me da la pose y el estilo para lograrlo... yo estaba por ponerme a llorar.
El resto de la tarde y la noche, incluso la mañana siguiente, muy bien... objetivo cumplido, asistir a los quince años de mi sobrina, ver a mi prima, abrazar a familia y amigos de hace mucho tiempo... conocer a vista de pájaro Aguascalientes y finalmente reconocer que superé mi radio de manejo por mi cuenta... quizá algún día haga el viaje que una vez me propuse - pero en sentido contrario.
Lo que no podía faltar... que mi hija la emprendiera por su cuenta cuando dije "ya nos vamos" y efectuara uno de sus conocidos y angustiantes actos de desaparición... pero, la esperanza funcionó de nuevo... mirada al cielo para dar las gracias.
Regreso a casa sin contratiempo, en una tarde de domingo que - mientras hay sol - permite que los 500 kilómetros se disfruten, al menos los primeros 400... nubes de pájaros cruzando la carretera, sol, y cielo, ese cielo del Bajío, de los Altos, de Aguascalientes y Zacatecas... azul, frío, luminoso, acompañado del aire frío y el silencio que se puede abrazar.
¿Cómo no quedar invitada al regreso?





Museo Nacional de la Muerte, Aguascalientes.


Escalera (bloqueda) al cielo

lunes, 7 de diciembre de 2015

Estrategia y acción

Esta entrada tenía la intención de contar algunas peripecias de un fin de semana en Aguascalientes... pero me tropecé con una conversación hoy por la mañana que me dejó pensando.
¿Cómo se obtiene conformidad al cambio? ¿Infundiendo miedo o planteando razones?
El miedo es útil para obtener resultados rápidos y sin réplicas, ímaginar un escenario amenazante siempre mueve emociones, y de alguna manera activa mecanismos de sobrevivencia que - ante la urgencia - nos llevan a optar por la salida que se nos indica.
Por otra parte, la prisa por responder, la competitividad que impulsan a la anticipación, lleva a descartar aquéllo que quiza se toma su tiempo: exponer razones, dar explicaciones, decir "porqué".
Pero si hablamos de seres inteligentes, la convicción debería imponerse al miedo, a la incertidumbre... conocer razones nos permite elegir; el miedo no ayuda mucho, y mucho menos cuando uno descubre que a ese miedo le ha puesto más de su imaginación y experiencia que lo que en efecto es la realidad.
La transparencia, los planteamientos sintéticos e inteligentes, los datos, la escucha activa y los sueños y aspiraciones, pienso, son ingredientes de un liderazgo que pone en primer lugar a la dignidad de las personas en lugar de utilizarlos como medios para alcanzar fines a los que los demás ni siquiera aspiran...
No le podemos poner rejas a las escaleras que nos llevan al cielo...

jueves, 3 de diciembre de 2015

Discapacidad y resiliencia

Hoy es 3 de diciembre, Día Internacional de las Personas con Discapacidad... hace veinte años no tenía la menor idea de lo que podría significar, estaba embarazada y deseaba con todo el corazón que fuera una niña...
Y tengo una niña, lo que nunca esperé fue que su entrada en el mundo pasara a la estadística de personas con discapacidad... suena duro decirlo, pero es cierto.
De allí, todo ha sido aprendizaje y preguntas, el saber que nunca puedes sentirte en una zona de confort, y que si te atreves a acomodarte en ella... tarde o temprano la misma circunstancia te va a empujar a buscar el cambio.
"La discapacidad de una persona impacta a su familia", nada más cierto, y no precisamente por la familia en sí, sino por el entorno en el que vivimos, que no es incluyente, en el que pensamos que existe un modelo de persona "normal" y el resto quedamos fuera.
Me impresiona que conviviendo con mentes brillantes - al menos en apariencia y en título universitario - de pronto te encuentres con comentarios prejuiciados e ignorantes... la última vez que tuve que hacer aclaraciones porque me sentí con la responsabilidad de defender la condición personas de aquellos que viven con alguna discapacidad fue en un curso para profesores universitarios, cuando no uno, sino varios comentarios, pusieron en evidencia que nos falta mucho camino - mucha inteligencia y mucha imaginación, pero también experiencia e introspección - para entender que significa poseer como seres humanos una dignidad que nos es inherente.
"Personas primero", personas ante todo y no con "capacidades diferentes" como se fabricó el eufemismo en la época de Fox... personas con discapacidad, porque se trata de una condición que implica limitaciones para ejercer las facultades en plenitud... pero también representa el esfuerzo de encontrar lo justo en condiciones que no pueden igualarse.

Por otro lado, el gran aprendizaje de convivir con la discapacidad es la resiliencia... encontré hace poco un artículo sobre estudios vinculados con la resiliencia, y resulta que somos los padres de hijos con discapacidad (bueno, hablaba particularmente de las madres, pero no quiero ser excluyente) las personas más entrenadas en ello, ¿a qué se debe?
Bien, pues uno aprende a vivir entre las expectativas y la realidad, y asumir que las victorias pueden ser pequeñas y así van constituyendo una grande; a entender que cuando pensabas que todo saldría bien, algo comenzará a funcionar de manera distinta... y significa retroceder dos pasos para tomar el impulso de avanzar tres... y así, tal vez mientras nos dure la vida, porque lo único que no te puedes dar el lujo de perder es la esperanza.
He tenido el privilegio de conocer personas que en este país marcan y marcaron pauta para afirmar esta resiliencia colectiva y el espíritu de tantas familias que vivimos todos los días en este entorno de la discapacidad, hoy quiero acordarme de Alicia Molina, Carmelina Ortíz Monasterio, Irma Corral, Jorge Font, Juan Manuel y Cecilia Valencia, y de tantos otros con quienes he compartido la ocupación permanente por los hijos, los hermanos o los padres... la resiliencia no nada más es un mecanismo interno... se nutre del espíritu y la convivencia con los demás, y por esto, por esa presencia y esos roces breves pero significativos, hoy quiero darles las gracias...

Personas primero.


Norman Rocwell, "The golden rule"



miércoles, 2 de diciembre de 2015

Con brújula, pero sin saber cómo utilizarla

"De nada sirve, de nada tener un arma cargada si no la saber usar"
Alberto Cortez,
Treinta monedas.

La moral es un brújula, gracias a que existe un marco normativo que nos permite calificar lo correcto o lo incorrecto aprendemos que nuestras actuaciones se fundamentan en razonamiento, decisión y responsabilidad.
No es el afán llenar esto de lugares comunes y subjetividades como que "ya no hay valores", que "los jóvenes de hoy son más difíciles de tratar que los de antes" y lindezas por el estilo porque me aterra poner en mi boca o en mis escritos las mismas generalizaciones que - si pudiera - me llevarían a atacar la yugular de quien las emitió (por ejemplo, el que las mujeres que trabajamos tenemos la culpa de tanto joven descarriado).
Más bien, quiero referirme a relatos y hechos... que confirman que los relatos son espejo de nuestra propia naturaleza, porque desde allí provienen.
A sugerencia de más de un colega, dejé como tarea en el curso de ética la lectura de "Nada" de Janne Teller, libro que está emparentado con "El guardián sobre el centeno" de J.D. Salinger, o "El Señor de las Moscas" de William Golding: nos retrata a la humanidad adolescente, que no difiere mucho de la humanidad adulta cuando se trata actuar con completo desconocimiento respecto a la dignidad que nos es inherente a los seres humanos.
Los resultados me han sorprendido, porque la reflexión tenía que llevarse a cabo en el marco del concepto de dignidad... una idea para la que hemos buscado una definición desde tiempos remotos (¿cuál es el valor que tenemos los seres humanos? ¿todos tenemos el mismo valor?), para la que hay que hacer un esfuerzo de imaginación que nos permita aprehenderla... imaginarnos a nosotros mismos, imaginar al otro - que es como uno, imaginación - sin embargo - encausada con inteligencia y esfuerzo, porque debe rebasar emociones, apremios, pasiones...
¿Qué hay en común entre los tres relatos que menciono? la necesidad de los jóvenes protagonistas de responder ante un marco de referencia moral cuando una situación los pone al límite, los reta a resolver el problema, y en lugar de buscar una solución imaginativa, que se construya paulatinamente, intentan una solución definitiva que provoque un resultado "mágico", de acuerdo con lo que él-ella o ellos perciben que debe ser la realidad.
No es que sean ajenos a la moral, ni a la ética... se trata de personas perfectamente capaces de distinguir qué es lo correcto, pero no se detienen a reflexionar sobre los pasos que permitirían llegar a una solución constructiva... algo que llevaría tiempo, y algo de frustración.
En resumidas cuentas, tal vez los relatos nos sirvan como un espejo sobre las maneras en que podríamos llegar a actuar ante cierta circunstancia, y el efecto debe ir más allá de la emoción que nos provoca la narración sobre nuestra propia capacidad de equivocarnos... debería llegar a un plano más profundo para llevarnos a establecer cuál es la manera apropiada en que debemos emplear esa brújula que llamamos ética.

martes, 1 de diciembre de 2015

Juanga-terapia

Para la 99.9% doctora Guadalupe Caro

Sucedió ayer, como ha sucedido antes (je, le robo la frase a J.M. Barrie)... de regreso a casa hago una parada en la panadería.
Tuve un día complicado, como suelen ser los cierres de semestre - y más el de diciembre - donde siempre hay que entregar resultados con una buena dosis de prisa, atender a alumnos que quieren dos o tres puntos más (me gusta más aquéllos que consideran que arriba de 70 todo es ganancia), hacer corajes porque de pronto te encuentras con alguno que no te considerar un oponente de su altura y se plagia el trabajo (no hay nada que me encabrone más que esto)... y otras lindezas que se van acumulando a lo largo del día.
Sin embargo, he aquí que uno llega a la panadería con el espíritu cansado y mientras coloca en la charola las correspondientes teleras que le darán acceso a la casa sin reclamos (porque la segunda intervención de mi madre cuando llego de trabajar suele ser "¿y no trajiste pan?") le presta atención a la música ambiental, y el espíritu se recupera, soltando un poco la tensión que da paso a una especie de melancolía "de recuperación" (si esto es válido)...
Allí está, la voz, cantando "lo más humano y bello del mundo, es encontrar un amor, conservar ese amor"...
Allí está el boleto de regreso en el "Túnel del Tiempo", a "Radio Mil" ... a otra época en donde la única preocupación es escoger la actividad que te gusta para invertir el tiempo libre...
Recuperador, aunque nostálgico y melancólico... pero es la magia del Juanga haciendo milagros.
De mi ex-concuña Lety aprendí que la mejor manera de recuperarse de un golpe al corazón es tener una canción de Juanga a la mano... yo tengo muchas, y cada una - como en la homeopatía - destinada a curar una parte de los destrozos existenciales, para que uno no los arrastre... por ejemplo:
"Querida", para sorprenderme con el uso del lenguaje y la deconstrucción gramatical ("más compasión de mi tu teeeeeeen"... "dime cuando tú, dime cuando tú, dime cuando tú vas a volver, ah, ah").
"Pero qué necesidad", el mantra por excelencia ante la i-racionalidad instrumental que a veces lo abruma a uno, o el apego innecesario a explicaciones que pueden asimilarse a la primera y sin necesidad de tanto desgaste verbal.
"No tengo dinero", la mejor respuesta ante las crisis financieras y cantando ("la vida es mejor cantando" - perdón por la disgresión onda Timbiriche).
La de la rendición ante la realidad y la necesidad absoluta (la cantaba una amiga cuando tronó con el susodicho y yo la canto frecuentemente) "Debo hacerlo" ("ayyyyy queeeee sooooleeedaaaad, ayyyy queee sooooleeeedaaaad"...) que hace que hasta la soledad resulte musical (cosa que alivia el alma, aunque no la falta de compañía)...
Y podría seguir enumerando más de la Juanga-terapia, pero solo quiero rematar con la que cantaría acompañada del karaoke, con absoluta falta de respeto a la entonación (es decir, a grito pelado que para mí resulta muy catártico, con el perdón de Caro) y sin alcohol de por medio... porque un día descubrí que se parece mucho a la historia de mi vida, a mis deseos, y por supuesto, es la narrativa que me ha llevado a otras terapias más serias: "Abuso".

Ahí se las dejo...