domingo, 19 de junio de 2016

Llorar, como la Magdalena

Así dice mi mamá, así decían las monjas... lo que por mucho tiempo me hizo "click" era saber porqué la Magdalena - María de Magdala - lloraba...
... en las narrativas de los Evangelios, hay encuentros de Jesús con varias mujeres, alguna de ellas llamada María: su madre, la hermana de Lázaro, y también se le identifica con la mujer "pública" o "pecadora" que en el evangelio de la semana pasada - no fui a misa, escuché desde fuera el evangelio - llegó a ungir los pies a Jesús, lavándolos con su llanto y utilizando su cabello para secarlos.
(Uno que iba a saber qué era lo público y pecaminoso de la mujer, porque así no debería ser una buena niña que estudiaba en colegio de monjas, lo que siempre me llamó la atención de esa lectura era precisamente que la mujer tuviera suficiente cabello para utilizarlo en una ceremonia que viéndola de otra perspectiva tiene unos matices de erotismo que harán que las autoridades eclesiásticas me saquen la tarjeta roja solo por el hecho de imaginármelo).
Bueno, concluyo que esa es la Magdalena a la que se refieren cuando se habla de romper en llanto inconsolable por algo que a los demás no les es tan concreto... yo tengo el don de las lágrimas (Ángeles Mastretta dixit)... y vaya que me es difícil controlarlas cuando me emociono... el hecho es que en tres semanas - la cuarta por iniciar - que llevo por estos lugares, entrar en la Catedral de San Cristóbal me hace romper en llanto... sin alguna razón aparente...
Tal vez solo entro y se me suba la impotencia y la indignación,
o entro y me conmuevo hasta la médula recordando que desde aquí se grita a los sordos y se invita a ver a los ciegos, a movilizarse a los tullidos... todos ellos de corazón, no de físico, para responder de alguna manera...
Hoy entré a la mitad de la misa... la que conduce el obispo,si bien no alcancé a escuchar el sermón,
solo ver una catedral llena de personas de todas edades, de todas condiciones sociales, de todos orígenes fue una poderosa experiencia... constatar que la ceremonia incluye - como Samuel Ruiz incluía - mujeres, diáconos indígenas, niños, ancianos... te dice que el espacio para todos está aquí, que este es el lugar para buscar la justicia...
... y volví a llorar como suelo llorar cuando algo me toca el alma... sin ningún recato, lloré cuando escuché la poderosa voz del organista llenando el templo, cuando terminó la ceremonia y personas de toda edad y condición se acercaron a saludar al obispo... lloré cuando me acerqué a la parte trasera del altar y observé a la mujer acariciando la losa sin datos, sin nombre, a la que solo una fotografía y una breve semblanza le informa a uno que es el lugar donde Samuel Ruíz se quedó...
Uno llora así porque lo que es sagrado conmueve... porque llorar sirve para limpiar el alma...
Y todavía no sé que vine a buscar por estos lugares... hasta ahora me mueve lo que me voy encontrando... una convergencia entre el pasado y el presente.

Viajeros, todos...



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