sábado, 21 de noviembre de 2015

Demasiado humanos

No hay ser humano perfecto, en ningún sentido.
Todos tenemos nuestros pequeños y grandes defectos, algunos "prietitos" en el arroz que le hacen sombra a la blancura inmaculada de nuestras causas; y el problema no está necesariamente en uno mismo, sino en los otros, quienes posiblemente impulsados por una idea absoluta de la verdad se dedican a buscar acuciosamente ya no los "prietitos" sino los grises en las vidas ajenas.
Hay historiadores, por ejemplo, quienes se dedican a especular si Shakespeare en realidad escribió lo que escribió o fue alguien más... hay otros que exhiben los "trapitos sucios" de Martin Luther King, o los pecados de Gandhi, por no decir quienes hablaron mal de Nelson Mandela, porque al inicio de su liderazgo combatía en forma violenta la política del Apartheid; y ahora el turno es de Anna Frak.
Esta insana costumbre no solo se da a nivel mediático, existe una costumbre - demasiado humana pienso - de denostar al vecino... es decir, si la persona obtiene alguna notoriedad, entonces no hay que hacer tanta alharaca o tomarlo como modelo, porque finalmente alguien se encargará de ventilar algún secreto que le haga perder credibilidad, que lo muestre "no tan perfecto"... sin embargo, es precisamente el reconocimiento y la lucha contra los demonios internos, o la aceptación de aquéllos pasos (o aquéllas patadas) que hemos dado en el sentido incorrecto en la vida lo que las hace valiosas.
Ninguna historia de héroes nos los pinta perfectos, porque el heroísmo se da en el compromiso y en la lucha que va desde dentro hacia fuera, en el enfoque, y en aquéllo que nos hace empatizar con la narrativa de la lucha y el logro.
Demasiado humanos para ser perfectos, pero demasiado inteligentes para pensar que debemos quedarnos en la autoindulgencia... entre otras cosas, la ética tiene que ver con el hecho de asumir quien es uno y el esfuerzo constante y consciente por cultivar lo que mejor que cada uno tiene... que solo puede valorarse en el espejo de los demás.

Rembrand Van Rijn, Mujer joven en la ventana, 1645

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