sábado, 19 de diciembre de 2015

Las pequeñas derrotas

No, no se trata de eventos frustantes, se trata de derrotas en su mínima expresión.
Estamos tan acostumbrados a pensar en que la vida debe tener un orden, que reaccionamos al desorden en muchas formas... negativas, y en el empeño de poner las cosas en orden, no siempre nos salimos con la nuestra, sino más bien terminamos derrotados.
La peor experiencia de derrota es pretender que el otro, aquél cercano, aquél con quien he convivido tanto tiempo, se acople a nuestros deseos e ideas.... imposible, el otro siempre será un misterio y tendrá voluntad propia, y así le corresponda vivir las consecuencias de sus acciones, depende del laberinto de sus pensamientos la decisión que tome al respecto.
El alma de la codependencia está precisamente en esa creencia de que nuestro esfuerzo terminará por transformar al otro en lo que imaginamos, en esa persona que piensa como una, actúa como una y tiene sus mismas virtudes... nada más lejano a la verdad.
Podemos parecernos, pero nunca podremos ocupar el lugar de otra persona; nunca se integrará al molde que creemos es el conveniente; el otro tomará su propia forma, y se llevará de una apenas lo suficiente... después elegirá construir quien es, o bien, ya lo ha elegido.
Sin embargo, en este proceso del otro al construirse, si es importante darle asideros firmes, sólidos... y cuando se rebela ante ellos... tenemos enfrente una pequeña derrota, no por ello menos dolorosa.
¿Qué queda entonces?
Recuperarse un poco y seguir, aunque al principio ni siquiera se pueda fijar un rumbo.
Porque lo único que debe superar el sentimiento de derrota es la esperanza, de que con suficiente empeño algún día se superará el bache.

Pequeñas derrotas, firmes esperanzas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario