martes, 1 de diciembre de 2015

Juanga-terapia

Para la 99.9% doctora Guadalupe Caro

Sucedió ayer, como ha sucedido antes (je, le robo la frase a J.M. Barrie)... de regreso a casa hago una parada en la panadería.
Tuve un día complicado, como suelen ser los cierres de semestre - y más el de diciembre - donde siempre hay que entregar resultados con una buena dosis de prisa, atender a alumnos que quieren dos o tres puntos más (me gusta más aquéllos que consideran que arriba de 70 todo es ganancia), hacer corajes porque de pronto te encuentras con alguno que no te considerar un oponente de su altura y se plagia el trabajo (no hay nada que me encabrone más que esto)... y otras lindezas que se van acumulando a lo largo del día.
Sin embargo, he aquí que uno llega a la panadería con el espíritu cansado y mientras coloca en la charola las correspondientes teleras que le darán acceso a la casa sin reclamos (porque la segunda intervención de mi madre cuando llego de trabajar suele ser "¿y no trajiste pan?") le presta atención a la música ambiental, y el espíritu se recupera, soltando un poco la tensión que da paso a una especie de melancolía "de recuperación" (si esto es válido)...
Allí está, la voz, cantando "lo más humano y bello del mundo, es encontrar un amor, conservar ese amor"...
Allí está el boleto de regreso en el "Túnel del Tiempo", a "Radio Mil" ... a otra época en donde la única preocupación es escoger la actividad que te gusta para invertir el tiempo libre...
Recuperador, aunque nostálgico y melancólico... pero es la magia del Juanga haciendo milagros.
De mi ex-concuña Lety aprendí que la mejor manera de recuperarse de un golpe al corazón es tener una canción de Juanga a la mano... yo tengo muchas, y cada una - como en la homeopatía - destinada a curar una parte de los destrozos existenciales, para que uno no los arrastre... por ejemplo:
"Querida", para sorprenderme con el uso del lenguaje y la deconstrucción gramatical ("más compasión de mi tu teeeeeeen"... "dime cuando tú, dime cuando tú, dime cuando tú vas a volver, ah, ah").
"Pero qué necesidad", el mantra por excelencia ante la i-racionalidad instrumental que a veces lo abruma a uno, o el apego innecesario a explicaciones que pueden asimilarse a la primera y sin necesidad de tanto desgaste verbal.
"No tengo dinero", la mejor respuesta ante las crisis financieras y cantando ("la vida es mejor cantando" - perdón por la disgresión onda Timbiriche).
La de la rendición ante la realidad y la necesidad absoluta (la cantaba una amiga cuando tronó con el susodicho y yo la canto frecuentemente) "Debo hacerlo" ("ayyyyy queeeee sooooleeedaaaad, ayyyy queee sooooleeeedaaaad"...) que hace que hasta la soledad resulte musical (cosa que alivia el alma, aunque no la falta de compañía)...
Y podría seguir enumerando más de la Juanga-terapia, pero solo quiero rematar con la que cantaría acompañada del karaoke, con absoluta falta de respeto a la entonación (es decir, a grito pelado que para mí resulta muy catártico, con el perdón de Caro) y sin alcohol de por medio... porque un día descubrí que se parece mucho a la historia de mi vida, a mis deseos, y por supuesto, es la narrativa que me ha llevado a otras terapias más serias: "Abuso".

Ahí se las dejo...



2 comentarios:

  1. gracias nada más cierto que Juanga

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  2. Este fin de semana será obligado tener una JuanGaterapia.
    Me encanta tu estilo. Gracias por tomarte el tiempo de escribir con tal detalle cada anécdota, a pesar de las complicaciones que acarrean los cierres de año.

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